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La organización hace la fuerza

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El rol del Delegado Sindical

La organización hace la fuerza

Por qué es importante tener una voz que represente a los trabajadores frente a la patronal. El entramado de quien es aquella persona que defiende los derechos de sus pares.

 

Por Mario Morant
Secretario de Asuntos Internacionales e integración – FLATEC 

La vida de las organizaciones sindicales es más compleja de lo que muchos creen. Su primera característica es la de ser una actividad continua que recepta las necesidades, reclamos, aspiraciones y exigencias de los afiliados, y que tiene como papel principal generar las condiciones y acciones necesarias para satisfacerlas adecuadamente.

Eso mismo hace que la estructura de la organización deba ser al mismo tiempo sencilla y compleja. Sencilla porque los temas deben ser resueltos con cierta rapidez, ya que gran parte de la satisfacción de los afiliados radica en la celeridad de los trámites y su resolución acertada.

Pero al mismo tiempo no puede dejar de ser compleja, porque es necesaria una estructura de conducción que canalice las demandas desde el origen y pueda resolverlas con autoridad a partir de las instancias máximas de la conducción. En ese contexto hay que situar a la persona del delegado sindical.

¿Qué significa ser delegado?

La palabra delegado refiere al resultado de conceder legalidad de representación a alguien para desempeñar una actividad.

Se trata de un término que indica que hay una autoridad que pertenece a otro y que este concede a alguna persona en particular. En principio esto significa que alguien que posee autoridad se la da a otra persona que, a partir de ese momento, ejerce legalmente ese mando que no le es originario. Entonces, lo primero que debemos reconocer es que el delegado es alguien que representa  a otro u otros.

En el caso del delegado sindical representa a sus compañeros ante los empleadores y ante el sindicato, y posee autoridad para ello. Pero también representa al sindicato ante sus colegas y la patronal.

¿De dónde proviene esa autoridad?

Toda autoridad sindical tiene, en forma directa o indirecta, su origen en los mismos afiliados. Es posible decir que, entonces, la legalidad para actuar proviene de las bases.

En el caso de los delegados sindicales está más claro, ya que ellos, según las legislaciones de nuestro país, son electos directamente por los afiliados, y no por cada establecimiento. Este procedimiento garantiza de la manera más amplia la representatividad del delegado gremial.

A partir del momento de la elección, su tarea es la mayor importancia para la organización, ya que cumple varias funciones y todas ellas son vitales para la vida institucional.

Es un interlocutor que acerca las inquietudes de las bases a los niveles de conducción superior y, al mismo tiempo, trasmite las decisiones de la conducción superior, a los estratos inferiores.

Esta doble función lo convierte en animador esencial de la vida de la organización, ya que genera un ida y vuelta que asemeja la circulación sanguínea de la institución: sin ella, la conducción estratégica quedaría aislada de los problemas de los afiliados y, al mismo tiempo, los afiliados no tendrían ni conocimiento ni referencias de las acciones sindicales que la conducción determina para llevar a cabo su actividad.

La acción es parte sustantiva de la vida de una organización sindical, y ella depende de un aceitado procedimiento de interacción entre los delegados y los afiliados, que son los ejecutores de las movilizaciones en sus diferentes formas y de la misma manera entre la conducción estratégica y los delegados sindicales.

Si todo este circuito funciona con eficiencia, el sindicato se convierte en un instrumento idóneo para la consecución de los objetivos que se propone.

Los niveles de conducción

Una organización sindical tiene diversos niveles de conducción. El primero de ellos es un nivel informal y es el que llamamos militante. Este es un animador de la vida sindical que se caracteriza por adquirir un compromiso con los principios y valores, y hacer lo posible por generar aceptación y militancia por parte de sus compañeros, impulsando la participación en los actos que programe la institución. Se distingue del resto por la rapidez con la que asimila las consignas y las difunde, convirtiéndose, valga la expresión en un sentido positivo, en un agitador.

No es un cuadro elegido por las bases, y de allí su informalidad. Sin embargo es esencial para la difusión y toma de conciencia de las consignas.

El delegado goza de la formalidad que carece el militante, es decir es un cuadro formal que debe poseer, además, el mismo espíritu militante. Este es el nivel más bajo de conducción de la organización, pero al mismo tiempo casi con seguridad el de una importancia esencial e insustituible. En él descansan las posibilidades reales de movilización del sindicato.

Cuando la organización pierde el contacto que los delegados le garantizan con las bases, las decisiones de la conducción estratégica no alcanzan a concretarse. Muchas veces esto acontece porque esas conducciones no están interesadas en la lucha sindical.

Una organización cuyas bases se encuentran sin relación con la conducción estratégica carece de capacidad de movilización, y las decisiones de tal conducción se tornan burocráticas en tanto no trascienden de los escritorios de los dirigentes.

Las normas jurídicas que reglan la vida del delegado desde su elección hasta el cese de su mandato no son el objetivo de este artículo, pero vale la pena decir que, en nuestro país, la legislación vigente lo protege aún antes de ser electo y posteriormente a la caducidad de su mandato.

La fuerza de las Organizaciones

La capacidad de cada organización está basada en la calidad de la formación de los delegados. Esta se encuentra en relación directa con los objetivos que el sindicato se propone.

La formación es un momento de reflexión en el itinerario de la acción sindical que sirve a la potenciación de la acción sobre la base de la experiencia en la misma. Al mismo tiempo, es la responsable del mejoramiento cualitativo de la misma organización.

Así, se produce un movimiento circular positivo, que va desde la acción a la reflexión, de allí a la organización y, nuevamente, enriquecida, a la acción.

En este proceso el delegado es un personaje clave, ya que de él depende el objetivo final, es decir, el mejoramiento cualitativo de la acción sindical.

La formación en un nuevo sindicalismo del siglo XXI

La vida de los sindicatos sigue los vaivenes de los sistemas productivos y responde a los desafíos que éste le presenta. Es verdad que una mirada más amplia ?que sobretodo ha tenido el socialismo en sus inicios?, cuestionaba la misma forma del sistema económico y esbozaba la intención de producir un cambio en él para que fuera favorable a los intereses de los trabajadores.

En la actualidad, la humanidad se encuentra en una situación doblemente compleja. Por una parte, la irrupción de la inteligencia artificial aplicada la producción de bienes y servicios desafía a los trabajadores, con la pretensión de eliminarlos de estos procesos económicos.

Por otro lado, parte el desarrollo de un capitalismo ajeno a la producción y sólo interesado en la especulación financiera, y amenaza la existencia misma de los parámetros tradicionales de la vida laboral.

Los primeros años de vida de los sindicatos de la era industrial generaron uno de los resortes más efectivos para la protesta de los trabajadores: la huelga. Ella era efectiva por cuanto dejar de trabajar resultaba más perjudicial para el capitalista que para el trabajador.

El estado de bienestar posterior a la Segunda Guerra Mundial, y su política mas favorable a las reivindicaciones de los trabajadores, exigió que estos, para hacer más sólidos sus reclamos, agregaran la huelga a otras formas de lucha sindical, como las movilizaciones y la utilización de medios gráficos y de prensa para hacer oír sus reclamos.

Estas confrontaciones que, muchas veces, eran exitosas, terminaban con los capitalistas cediendo parte de sus ganancias y dejando en el campo de batalla una cantidad de trabajadores perjudicados.

Se trataba en ambos casos de un Sindicalismo reivindicativo de protesta y caracterizado como de “Puja Distributiva”.

La Revolución Científica y Tecnológica

La introducción de la inteligencia artificial, aplicada a los procesos productivos, y la aparición de un capitalismo desinteresado en la producción de bienes, generaron una situación novedosa para los trabajadores.

Sólo la protesta y la puja distributiva, no alcanzan para crear condiciones un poco más aceptables para los compañeros. La misma organización del sistema de producción capitalista anula rápidamente cualquier tipo de conquista tradicional.

Las organizaciones de los trabajadores no pueden recurrir a las formulas tradicionales de protesta cuando lo que ha cambiado es el objetivo mismo de su razón de ser. No se trata de mejores salarios y condiciones laborales solamente, sino de encontrar un nuevo paradigma productivo estrechamente enlazado con la finalidad de la vida misma de la sociedad.

Ello pone a los trabajadores en la necesidad de crear las condiciones para que el sindicalismo no sea solo reivindicativo, sino que asuma un papel de propuesta y de proyecto, en relación a la sociedad que satisfaga sus intereses.

En otras palabras, la nueva propuesta del capital, ahora financiero y especulativo, es hacer de las sociedades conjuntos humanos que respondan a intereses puramente monetaristas, en tanto los trabajadores deberíamos proponer una sociedad basada en la cultura del trabajo y la satisfacción integral de las necesidades humanas.

Nuevamente, el delegado, tiene un importante papel que cumplir en esta instancia, ya que por un lado su formación, sin abandonar parámetros clásicos, deberá incluir una suerte de recorrido que no sólo sea el específico ?referido a las temáticas propias de su sindicato?, sino que deberá actualizarse, reflexionar y debatir acerca del nuevo rol del sindicalismo en una era en la que las organizaciones están amenazadas de desaparición de la mano de la consigna: “la intensidad cualitativa del Capital ha superado la mano de obra humana”, es decir, la inteligencia artificial.

Esta nueva realidad que marca un cambio de época, junto a otros fenómenos que tal vez no sea originales pero si graves y amenazantes para la humanidad, le exigirán una formación más sistemática, de mayor contenido global y motivacional.