Por la Secretaría de Comunicación y Prensa de SADOP
Debido a casos puntuales de violencia física en las escuelas, salió a la luz pública la temática del bullying. Sin embargo, según un estudio realizado por el Departamento CyMAT (Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo) de SADOP, el mayor problema en las aulas es el malestar psíquico que, compartido entre educadores y alumnos, suele estar propiciado por las condiciones en que se trabaja y se enseña en Argentina.
En general, los medios de comunicación abordan la temática de agresión como un problema presente en los establecimientos educativos, en los que las situaciones riesgosas y los hechos violentos ocurren con regularidad. Sin embargo, según las perspectivas de los docentes, que son los que están a diario en las aulas, los porcentajes son muy bajos. Mario Almirón, Secretario General de SADOP, subraya que no existe una definición única de violencia: “Lo que aparece en los medios es la violencia física, la agresión. En cambio, en la escuela aparece el malestar compartido entre docentes y alumnos. Lo otro son casos puntuales, que deben ser analizados particularmente”.
Solo el 1,4 % de los maestros y el 1,3% de los profesores manifestaron haber sufrido una agresión física relacionada con su trabajo docente. Los datos, extraídos de la Primera Encuesta Nacional sobre Condiciones y Medioambiente de Trabajo de los Docentes Privados, revelan que la mayor violencia, en este caso verbal y psicológica, proviene de parte del empleador. A su vez, este fenómeno se da con mayor fuerza en las regiones del Noreste y el Noroeste argentino.
Cuando se habla de amenazas físicas, psíquicas y/o emocionales surge que el 19,4% de los docentes de primaria y el 14,8% de los de secundaria se ha sentido amenazado en su actividad. Al consultar por los agresores que ejercían el maltrato, las respuestas resultan reveladoras: el empleador, los directivos de la escuela, los alumnos y los padres de sus alumnos.
Si bien la problemática del bullying no debe ser descuidada, la realidad marca que en las aulas resulta primordial atender el malestar psíquico compartido entre educadores y alumnos.
A su vez, mientras el 54,4% de los maestros y el 41,5% de los profesores se sintieron amenazados por los directivos de su escuela, el 46,1% de los profesores y el 28,8% de los maestros se sintieron amenazados por sus alumnos. Dichas diferencias entre los niveles primario y secundario, posiblemente respondan a las características de los alumnos con los que trabajan (edades, problemáticas) y a los vínculos que construyen con sus alumnos, como así también a la organización del trabajo propia de cada nivel educativo y a la relación que establecen con las autoridades escolares.
En la encuesta se evidencia que un gran porcentaje de docentes de ambos niveles educativos manifestaron haberse sentido amenazados por las autoridades de la escuela. Al respecto, Mario Almirón reflexiona señalando la importancia de “sumar esta mirada sobre los vínculos laborales y democratizar la escuela con acciones concretas que mejoren las CyMAT de todos los trabajadores de la educación”.
La violencia física resulta poco significativa a nivel de los datos, y a su vez contrasta con la cantidad de docentes que se han visto amenazados psíquica o emocionalmente en su ámbito de trabajo. Esto nos habla de una violencia más sutil, que puede ser entendida como una violencia simbólica o emocional, que se traduce en un malestar que imprime una tensión en la escuela, e influye en el clima institucional en su conjunto. “Este dato, que no aparece en la mayor parte de los abordajes sobre esta temática tan compleja, nos habla de una situación específica de la relación de empleo de los trabajadores docentes de gestión privada, que se encuentran subordinados económica y jurídicamente al empresario”, afirma Almirón.
La realidad cotidiana está atravesada por el fenómeno de la violencia en sus diversas formas, por eso la escuela debe analizarse en el contexto social, económico y político del aquí y ahora. En ese sentido, se debe reforzar la idea de recobrar el sentido de la palabra y plantear dilemas que hagan que el sujeto deba posicionarse y dirimir con el otro a través del lenguaje. El desafío es construir una solución que contenga las CyMAT de los docentes y las condiciones de aprendizaje de los alumnos.
El Secretario General de SADOP da cuenta de que “alguna vez se habló sobre la desesperanza; no enseñar para el futuro y no aprender para el futuro. Parecería que docentes y alumnos están muy ganados con un sentido de inmediatez”, remarcando también la necesidad de “reconstruir sentidos, lazos, autoridad pedagógica; recuperar la palabra y poner en marcha las instituciones vigentes”.